Homilía - Monseñor Han Lim Moon
Domingo 30° durante el año - Ciclo A - 25/10/2020
(San Mateo 22, 34-40)
¡Una “llave de oro” para ti!
Pero…¿para qué te servirá?
Para ti, ¿cuáles son los “motores” que mueven toda nuestra sociedad? ¿Cuál sería el principal motor?¿Y qué es lo que te motiva a vivir y lo que te hace verdaderamente feliz?
En el evangelio de hoy, un doctor de la ley le preguntó a Jesús: “¿cuál es el mandamiento más grande?”. Y Jesús le respondió: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu. Este es el más grande y el primer mandamiento. El segundo es semejante al primero: amarás a tu prójimo como a ti mismo”. En una palabra, todo se resume en el amor.
Sobre este segundo mandamiento te recomiendo mi homilía de la Santísima Trinidad de este año sobre el “test de tu amor” (cf. YouTube: ¡¡¡El test de tu amor…!!!) y puedes ampliar con otra homilía de hace tres años con el título: “Se me acabo el amor” (cf. YouTube: “Se me acabo el amor, ¿qué podemos hacer?”). En ambas encontrarás ejemplos concretos para la vida cotidiana.
Volviendo al evangelio de hoy, el amor es la “llave de oro” en aspectos esenciales para nuestra vida:
1. El amor abre la puerta del misterio de nuestra vida y revela nuestro origen, identidad y meta.
• Nuestro origen es el amor de Dios por el cual nacimos a este mundo.
• Nuestra identidad es que existimos como hijos de Dios gracias a su amor.
• Y nuestra meta es Dios, el Amor mismo al que llegaremos.
En conclusión, el amor revela todo el sentido de nuestra vida.
2. El amor debe ser siempre la “llave de oro” que arranca y mueve nuestra sociedad para la felicidad auténtica. Aunque muchos opinen que los factores que mueven nuestra sociedad son el dinero, el poder, etc, si les falta el amor no nos conducen a la auténtica felicidad, ya que nuestra propia experiencia del “corazón vacío”, lo comprueba.
3. Ahora, Dios nos creó con un corazón capaz de hospedarlo a Él, nuestro Creador, el Amor mismo. Y aunque no es fácil comprender, Dios quiere entregarse, donarse totalmente, entrar en nuestro corazón de criatura porque sabe que sólo Él puede llenarnos.
4. Cuando lo hospedamos, Dios nos hace dignos de Él, por eso comenzamos a valorarnos y amarnos a nosotros mismos como Él nos ama. Así mismo, su Amor nos capacita para responderle amándolo con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma y con todo nuestro espíritu.
5. Este intercambio de Amor nos hace entrar en comunión con Dios y así ser auténticamente felices. Y esta felicidad nos entusiasma y nos mueve para buscar la felicidad de los demás. Entonces, celebraremos este amor en comunidad a semejanza de la comunidad trinitaria.
Ahora, ¿quién hizo posible todo esto? Dios Padre enviándonos a su Hijo Jesús. Y al hospedarlo en nuestro corazón, se convierten en realidad los cinco aspectos que ya explicamos. Porque Jesús es la imagen perfecta de Dios entre los hombres y el representante perfecto del hombre ante Dios. Por eso, quien hospeda a Jesús queda capacitado por Él perfectamente para cumplir el primero y el segundo mandamiento de Dios.
En conclusión, Jesús es la “llave de oro” para nuestra vida y sociedad. ¿Quieres hospedarlo en tu corazón?
Querido amigo, querida amiga, todo esto que hablamos hoy es vital para nosotros, ¿no te parece que tenemos que recordarlo en todo momento? El pueblo de Israel tenía su propio método: hablarles de amar a Dios a sus hijos todo el tiempo posible y colocar recordatorios en la mano, en la frente y en su puerta (cf Deuteronomio 6,4-8). En mi caso, dejo delante de la puerta de mi habitación, un cartel grande que dice, por ejemplo, “Misa con devoción”, “llamar a mamá”, etc.
¿Quieres inventar tu propio recordatorio en la vida cotidiana para amar a Jesús y al prójimo? Entonces, ¡comenzarás a tener a Jesús, tu “llave de oro”, que abre especialmente el corazón de Dios, el tuyo y el de tus hermanos! Amén.
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