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¿Quién soy Yo para ti? Homilía Domingo 21º Ciclo A


Homilía - Monseñor Han Lim Moon

Domingo 21° durante el año - Ciclo A - 23/8/2020
(San Mateo 16,13-20)
¿Quién soy Yo para ti?                                                                                                                                                                     ¿No te basta mi Persona?

Alguna vez le habrás preguntado a alguien a quien amas mucho, ¿quién soy yo para ti? Esta pegunta evidentemente se refiere al amor de esa persona hacía ti. En una palabra, sería como preguntarle, ¿te importo? y ¿hasta qué punto?
En el evangelio de hoy, Jesús, en un lugar tranquilo y a solas, después de haber preguntado a sus discípulos sobre la opinión de la gente acerca de Él, inmediatamente les preguntó: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy?”. Esta pregunta era para hacerles tomar conciencia de quién era Él y hasta qué punto les importaba.
Y era el momento oportuno para hacerles esta pregunta porque en primer lugar, Él los había convocado para su misión de instaurar el reino de Dios. Luego, les había explicado acerca del reino. Además, les había mostrado cómo instauraba el reino de Dios con poder por medio de los milagros y la expulsión de los demonios. Y, aún más, les mostró claramente su identidad salvándolos de una tormenta en medio del lago en una noche oscura (cf. San Mateo 14,22-33).
Ante la pregunta del Maestro, Pedro, en nombre de todos los apóstoles respondió: “¡Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo!”. Y Jesús lo felicitó porque su respuesta era correcta ya que justamente Dios Padre le había revelado una respuesta que no podría dar sólo desde lo humano.
Hoy, Jesús, te pregunta mirándote a los ojos, “¿Quién soy yo para ti”? Posiblemente le contestarás “el salvador”, “mi Dios”, “mi todo”, “mi amigo”, etc. Ahora, para ayudarte a verificar el alcance real de tu respuesta, agregaría algunas preguntas más:
- ¿Lo conoces bien?
- ¿Él vive en tu corazón?
- ¿Lo escuchas asiduamente a través de la Palabra de Dios?
- ¿Quieres agradarle poniendo en práctica su voluntad con prontitud y alegría?
- ¿Hablas con entusiasmo de Él a todos los que encuentras?
Ahora, ¿cómo adquiriste esta fe, amor y esperanza en Jesús? Es muy probable que hayas aprendido y heredado de tus seres queridos: papás, abuelos, parientes, amigos y catequistas. En definitiva, ellos te trasmitieron con mucho amor al mismo Jesús vivo a través de la Palabra, sacramentos, testimonios, etc.
Y si nos remontamos al origen de nuestra fe por medio de nuestros antepasados, finalmente, ¿a dónde llegaremos? A la confesión de fe de Pedro en Jesús, el Mesías, Hijo de Dios vivo que escuchamos hoy.
En cuanto a la fe que confesamos en Jesucristo podemos decir:
- es personal porque manifiesta nuestra relación con Él,
- Jesús, siendo “piedra angular”, al decir de Pedro: “sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”, quiso que nuestra fe esté basada en la fe de Pedro,
- por lo tanto, nuestra fe debe ser la misma que la de Pedro y de los apóstoles por la cual ellos dieron su vida,
- y esta fe es heredada a través de los sucesores de Pedro y los apóstoles, es decir, el papa y los obispos, y de la tradición viva de la Iglesia a lo largo de la historia.
Ahora bien, así como los jóvenes que se casan, se convierten en esposos y, luego, en papás, siguen siendo las mismas personas pero se enriquecen, se fortalecen y se transforman mutuamente por la confianza y el amor que se expresan; de una manera similar, cada vez que confesamos explícita y públicamente nuestra fe en Jesucristo, nuestro vínculo de amor con Él también se transforma y se fortalece.
Porque de esta manera, Él mismo nos afianza más en nuestro ser hijos de Dios y nuestro “yo” se transforma en un “nosotros” con Él y con nuestros hermanos. El momento por excelencia de esta confesión de fe es el credo que profesamos en cada Misa.
Entonces, querido amigo querida amiga, confesemos todos los días nuestra fe en Jesucristo para fortalecer nuestro vínculo de amor cotidiano con Él y con nuestros hermanos.
Por eso, ahora renovemos, junto a Pedro, con fervor y de corazón nuestra fe en Jesucristo mirándolo a los ojos: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”, “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”. Amén.

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