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¡A Jesús lo rechazaron! ¿Y a ti también?



Homilía - Monseñor Han Lim Moon

Domingo 14° durante el año - Ciclo B - 4/7/2021

(San Marcos 6, 1-6)


¡A Jesús lo rechazaron! ¿Y a ti también?  




1 Jesús salió de allí y se dirigió a su pueblo, seguido de sus discípulos. 2 Cuando llegó el sábado, comenzó a enseñar en la sinagoga, y la multitud que lo escuchaba estaba asombrada y decía: «¿De dónde saca todo esto? ¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada y esos grandes milagros que se realizan por sus manos? 3 ¿No es acaso el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago, de José, de Judas y de Simón? ¿Y sus hermanos no viven aquí entre nosotros?». Y Jesús era para ellos un motivo de escándalo. 4 Por eso les dijo: «Un profeta es despreciado solamente en su pueblo, en su familia y en su casa». 5 Y no pudo hacer allí ningún milagro, fuera de curar a unos pocos enfermos, imponiéndoles las manos. 6 Y él se asombraba de su falta de fe. Jesús recorría las poblaciones de los alrededores, enseñando a la gente (Mc 6, 1-6).

¿Desde cuándo y cuánto conoces a Jesús? Ese conocimiento, ¿te ayuda a experimentar su amor y a confiar en Él y amarlo cada vez más? ¿O tu fe y amor por Él se han estancado?

La incredulidad de los paisanos de Jesús

El domingo pasado meditamos la gran fe de la mujer hemorroisa y de Jairo. En cambio, en el evangelio de hoy, en la sinagoga del pueblo de Jesús, sus paisanos no le creyeron a pesar del asombro por su sabiduría y su poder milagroso.

¿Y por qué no le creyeron? Porque lo conocían muy bien a Él y a toda su familia de toda la vida. Era un humilde carpintero de su pueblo que ahora repentinamente comenzó a realizar todas las maravillas que nunca habían visto y oído.

Además, en otra oportunidad, sus parientes ya lo habían considerado como un “exaltado” (cf. San Marcos 3, 21). Es más, según el evangelio de San Lucas, Jesús afirmó que Él era el Mesías que todos esperaban (cf. San Lucas 4, 21).

Mesías: ¿Jesús de Nazaret?

Efectivamente, sus paisanos, como todos los judíos, creían y esperaban que Dios enviara al Mesías. Lo que no podían creer es que ese Mesías fuera justamente Jesús de Nazaret: un carpintero, de una familia humilde y sin ninguna preparación especial. En una palabra, para ellos era algo “in-creíble” (cf. 1 Corintios 1, 23). Es decir, no podían hacer un salto cualitativo del conocimiento puramente humano a la fe en Jesús de Nazaret como el Mesías.

Además, al comienzo de la actividad pública de Jesús, los dirigentes religiosos y civiles ya lo habían rechazado (cf. San Marcos 3, 6) y esta vez lo rechazaron sus parientes y su pueblo (cf. San Juan 1,11). Y aún más, querían matarlo (cf. San Lucas 4, 28-29).

La enseñanza de la incredulidad de los paisanos de Jesús

Ahora, a nosotros, ¿qué nos enseña todo esto?

·       Ante todo, tenemos que pedir una gracia particular que nos abra el corazón y que nos permita hacer un salto cualitativo en la fe: pasar de un conocimiento humano de Jesús a un reconocimiento de Él como Mesías. 

·       A pesar de que algunos digan “¿puede salir algo bueno de Nazaret?” (San Juan 1, 46), Dios quiso encontrarse con nosotros los hombres en Jesús de Nazaret y que nosotros podamos encontrarlo a Él en Jesús (cf. San Juan 1, 14). Así quiso Dios, revelarse, hablarnos y actuar en Jesús de Nazaret. Y para los que creemos en Él se abre un mundo totalmente nuevo y divino.

·       No contentarnos sólo con el conocimiento intelectual sobre Jesús, sin un vínculo vivo de fe y amor con Él, ya que este vínculo se cultiva cada día y, como consecuencia, crece y profundiza nuestro reconocimiento de Él como nuestro Salvador y Señor. Por ejemplo, sabemos que el Pan consagrado es Jesús presente entre nosotros, pero su presencia debería ser ocasión para la comunión creciente de amor con Él.

·       Por último, al anunciar el evangelio, si nos rechazan, no tenemos que sorprendernos porque Jesús, el Evangelio mismo, desde el comienzo de su actividad fue rechazado. Y nosotros, sus discípulos, seguiremos la voluntad del Padre: ¡transmitir la Buena Noticia de su Amor a todos los hombres hasta dar la vida!

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Querido amigo, querida amiga, no te olvides de que tu conocimiento sobre Jesús debe ayudarte siempre a creerle y amarlo cada vez más, y también amar a tus hermanos en Él.

Entonces, ¡el Señor feliz se asombrará de tu gran fe y amor! ¡Y hará maravillas en tu vida! Amén.


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